Seis meses atrás nos contactaron desde un conocido centro comercial para colaborar en la edición de un evento muy interesante: el primer Clothing Swap, que permitiría el intercambio de ropa de segunda mano, entre los trabajadores de esta gran superficie.
Sin duda era una apuesta transgresora, que buscaba plantar la semilla del consumo consciente entre un sector tradicionalmente consumista. Nosotras lo vimos claro y aceptamos la invitación. Apostamos por la educación positiva, por pensar “out of the box” e ir sembrando nuevas ideas en la sociedad.
Pero no nos conformamos con eso: la acción era interesante, educativa y divertida. Sabíamos que seguramente sobraría una importante cantidad de ropa después del evento. Así que nos enfrentamos a diversas cuestiones:
¿Que haríamos con ese sobrante? Depositarlo en el contenedor apropiado, donde ya no saben cómo gestionar tanto residuo.
¿Entregarlo como donativo a cualquier entidad, sin más? ¡Claro que no! Sentíamos la necesidad de hacer algo cualitativo y significativo a nivel social, algo que amplificara las buenas intenciones de quienes donaban su ropa.
Así surgió el segundo propósito de este evento: realizar una acción de impacto social a partir de la ropa de segunda mano.
Después de valorar y buscar diferentes sectores en riesgo de exclusión. Encontramos y nos enfocamos en el grupo de ex-tutelados, jóvenes que han sido parte del sistema de protección de menores, pero que al cumplir 18 años se encuentran ante el desafío urgente de afrontar la vida autónoma.
Fue aquí donde la creatividad comenzó a florecer y una multitud de ideas y propósitos comenzaron a surgir, haciendo que todo fluyera con una facilidad asombrosa:
- Conectamos con una fundación, que según sus propias palabras, recibió la invitación como un regalo de navidad.
- Invitamos a un grupo de jóvenes a pasar la tarde en el centro comercial, pero no sólo para llevarse la ropa donada, sino para asistir a un taller de cinco horas, sobre imagen laboral, trabajo en el sector retail, y comunicación.
- Ese día se llevaron a sus casas herramientas prácticas, conjuntos de ropa perfectos para asistir a entrevistas, fotos realizadas por un equipo profesional, y la certeza de que las puertas se empezaban a abrir para ellas.
Y como los propósitos eran tan buenos, el proyecto continuó creciendo hasta convertirse en un curso intensivo de 3 semanas. En este curso impartimos un itinerario en donde este mismo grupo de jóvenes aprendieron mucho más sobre la moda, la tienda, y sobre ellas mismas, sus habilidades y capacidades. Eligieron aquellas marcas que las inspiraban, y las analizaron a fondo.
Conseguimos así otros propósitos importantes: la educación de calidad, la reducción de las desigualdades.
Como decimos siempre, la sostenibilidad empieza por hacer lo correcto, y cuando entramos en ese camino, sólo se puede llegar a buen destino!